domingo, 15 de noviembre de 2009

miércoles, 11 de noviembre de 2009

ausencias disfrazadas de objetos


Los últimos años de Pocho fueron complicados. Dicen que tuvieron que internarlo contra su voluntad, ya que su vida no conocía médicos ni comodidades. También dicen que soñaba despierto, que ya no podía conectarse con la realidad, que sus delirios no tenían explicación racional. Los médicos del pueblo ya no podían hacer nada, sólo escuchar una y otra vez su simple pedido. Lo que él necesitaba eran sus zapatos. Sus zapatos y su bastón, claro. Alguna vez alguien escuchó el porqué de este inconexa demanda: "para irse".
A muchos kilómetros de distancia, al parecer, Horacio también soñaba despierto, mejor dicho, lo soñaba despierto. La semana anterior a su cumpleaños se consumió entre ojeras y premoniciones. Día tras otro, la misma sensación, el mismo grito ahogado entre las sábanas.
Un día, Horacio se despertó con un zumbido sordo limándole el tímpato, la quietud típica antes de la tormenta. Rellenó el aparente vacío acústico con el repiqueteo de las gotas de la ducha contra los azulejos del piso. Se secó abrazándose a sí mismo con la toalla. Unos minutos después atendió el teléfono: Pocho, su padre, había muerto hacía unas horas, durante la madrugada. El día en que Horacio cumplía 55 años.

vestite y andate



domingo, 8 de noviembre de 2009

Mi mente ya está sola

con la noche,

mi mente ya entendió

porque está sola...

porque mi espíritu

se fue.






jueves, 5 de noviembre de 2009